Vivir en una plaza de garaje
La cámara nerviosa de The Architect se asoma al abismo de vivir en un parking sin librarse del riesgo de desahucio
Los garajes tienen un halo de mito desde que startups muy exitosas, convertidas en gigantes de Internet que están al tanto de todos nuestros movimientos, nacieron en ellos. Menos glamurosas son las simples plazas de aparcamiento, que, entre el drama y la comedia, y separadas entre sí por cortinillas, se presentan como posible solución mágica al imposible acceso a la vivienda. Es el trasfondo distópico, esperemos, que plantean los cuatro miniepisodios de The Architect, la propuesta noruega ganadora de la sección de series del Festival de Berlín. Entre alquileres de habitaciones a 600 euros al mes en la vida real, más que distopía, parece una hipérbole caricaturesca.
El inicio de la historia nos sitúa en un mundo considerablemente automatizado y deshumanizado. Con voz metálica de robot, un banco rechaza la concesión de un crédito hipotecario para Julie, la protagonista de la serie, después de haber echado cuentas (29 años, capital cero, soltera, perseguida por una pequeña deuda para sufragar sus estudios). No todo el mundo sufre su misma situación. Para lograr acceder a una vivienda, hay quien se deja apuñalar, golpear o disparar: así se cobra una indemnización que sirve de llave.

Parece una locura, pero en este contexto, en el que la mayoría miente sobre su situación para conseguir lo que necesita, Julia, becaria en un despacho de arquitectura, tiene la brillante idea de reconvertir en viviendas (o algo parecido) las plazas de aparcamiento no utilizadas. Mil viviendas en un enjambre, en un plis plas. Facilita las cosas una nueva ley que ya no obliga a que los pisos se aireen con ventanas, ni a que entre en ellos algo de luz. La idea de Julie gana un concurso para combatir la crisis inmobiliaria en Oslo.
El dilema de Julie
La protagonista de The Architect, que se ha visto obligada ella misma a habitar en un parking, se enfrenta entonces a un dilema: como ganadora del concurso, le corresponde un premio en metálico que le permitiría acceder a un piso de verdad. Pero ¿qué va a ser de la gente que, como ella misma hasta ahora, se refugia en su plaza de garaje, entre sus cuatro bártulos y algún sofá rescatado de la calle?
Esta serie minimalista —por duración y coherencia narrativa lineal, podría ser una película— rezuma acidez. Desarrollada en un mundo grisáceo y competitivo en el que las desigualdades son patentes, en el que la banca decide quién progresa, en el que los drones surcan el cielo y en el que, en los escaparates de las tiendas, seres humanos en movimiento sobre cintas rodantes trabajan de maniquíes, The Architect arranca algunas sonrisas. Al mismo tiempo, verla genera un malestar difuso. Tan reconocibles son las sensaciones que se cuelan en la audiencia.
The Architect
Noruega, 2023
Dirección de Kerren Lumer-Klabbers
Con Eili Harboe, Fredrik Stenberg Ditlet-Simonsen, Ingrid Giaever.
Cuatro episodios de 18 minutos
Disponible en Filmin